por Jorge Joury *
La vicepresidenta, viene manteniendo un bajo perfil estratégico detrás de Sergio Massa, esperando que se defina tarde o temprano, quién conducirá el peronismo. En cambio Macri, se ha encargado de ponerse al hombro la campaña de Milei y se juega a fondo todo su capital político en su proceso de colonizar la cantera de la Libertad Avanza.
En el equipo amarillo, están sorprendidos por los riesgos que decidió tomar el ex presidente en estas últimas semanas. Postularse también como candidato de la oposición a la vicepresidencia de Boca Juniors, enfrentando a Juan Román Riquelme, significa para muchos observadores arriesgar buena parte del capital político que ya había definido poner en juego dos semanas atrás en su casa de Acassuso al sellar con Javier Milei el pacto electoral de cara al balotaje del domingo 19.
Si gana Milei, Macri quedará empoderado como el armador de una victoria y sumará piezas clave para ocupar asientos importantes en el futuro gobierno. En cambio, si pierde, podría significar el final de su carrera política. Y en Boca le pasaría lo mismo.
Al ex presidente, lo que más le preocupa de una victoria de Massa, es que se ve recorriendo las escalinatas de Comodoro Py. Una de las causas que lo preocupan, es la de los parques eólicos, que empezó a caminar llamativamente a pocos días del ballotage.
En este contexto, Rodríguez Larreta saca pecho. Está expectante, sentado en el banco de suplentes, analizando impulsar su propio sector dentro del PRO para enfrentarse tanto a Macri, como a Patricia Bullrich. Reagrupa a su tropa y planea liderar un espacio “de centro”, pero siempre bajo el techo del partido amarillo.
A un mes de dejar el poder tras dos mandatos como jefe de gobierno porteño, Rodríguez Larreta, reveló , que “desde los seis años decía que quería ser presidente" y no dio el brazo a torcer, a pesar del fuerte golpe que recibió en las internas.
Casi en punta de pies, el jefe de gobierno porteño profundiza su alejamiento de los “halcones” del PRO y concentra los esfuerzos en generar una alternativa “moderada” para el futuro.
Las primeras señales que brotan desde su entorno, están marcando que Larreta “va a querer generar su corriente, empujando las ideas que impulsaba en las PASO, en vista al liderazgo del partido.
Los dirigentes que se le sumarían son el Vicepresidente 1°, Emmanuel Ferrario, el Secretario de Comunicación, Federico Di Benedetto, y el Secretario de Planificación, Facundo Carrillo. Por el momento está en duda el nombre de una de sus espadas más filosas, nada menos que su jefe de Gabinete, Felipe Miguel.
Cristina Kirchner en cambio, tiene en claro que Massa es un animal político, ávido de poder y que tarde o temprano querrá pasarle por encima, como hicieron ella y su marido con Duhalde.
Pese a eso, entendió que con los riesgos de perder que existían, debía preservarse y cederle a Massa toda la centralidad de la campaña, una estrategia diseñada de forma premeditada que llevó a la Vicepresidenta a ausentarse de la escena pública desde antes de las PASO. Fue un proceso en el que el ministro de Economía trató de aprovechar para “deskirchnerizarse” en su objetivo -difícil- de captar a una porción del electorado anti-K que no comulga con algunas de las polémicas ideas del espacio libertario.
Pero Cristina guarda una carta fuerte en el mazo. Sabe que Kicillof, su niño mimado, es otro de los grandes ganadores e incondicional a ella y que tarde o temprano va a disputar con Massa.
la conducción del partido. El plan de Cristina es guarecerse en la Provincia, para marcarle la cancha a Massa en el caso de que gane. Lo mismo hará a nivel legislativo, tanto nacional como provincial. donde sus alfiles ocupan lugares clave para definir la votación de las leyes.
Cristina está preocupada, porque su comparación con la campaña del 2019 es abismal. No solo porque, a diferencia de ahora, era en aquel momento candidata a la Vicepresidencia, si no porque ejercía una influencia notable y decisiva sobre la figura de Alberto Fernández, que de entrada demostró una sumisión total al liderazgo de la ex jefa de Estado.
Esta vez sospecha que Massa la traicionará. Está convencida que si gana el balotaje, está dispuesto a ejercer el poder en pleno. Circuló, de hecho, que tendría por parte de ese sector un “período de gracia” silencioso para impulsar un severo e impopular ajuste fiscal durante 6 meses que, en caso de ganar, no tiene margen para escaparse si es que quiere domar a la bestia inflacionaria.
Cristina sabe que si Massa llega al sillón de Rivadavia, el peronismo, fiel a su manual de "él que gana conduce" empezará a dar señales en la búsqueda de un nuevo líder.
El propio candidato, ya se ocupó en instalar que, si obtiene un triunfo, ella seguro no tendrá el mismo peso que adquirió en estos cuatro años de gestión de Fernández. Aunque Massa se encargó de explicar que, a diferencia del Presidente, sí la tendrá como una dirigente de consulta habitual.
Massa empezó a mostrar la construcción de una identidad distinta a la de la última gestión. Hay un claro proceso de deskirchnerización en marcha y la señal más clara de eso es la incorporación a la campaña del ex gobernador de Salta Juan Manuel Urtubey.
Enfrentado a los Kirchner desde hace largos años, el salteño fue invitado por Massa a sumarse a su eventual gobierno de unidad nacional, como repite en forma sistemática el candidato de UP en cada acto que protagoniza o entrevista que da. También se adhirieron a la candidatura del ministro voces del peronismo anti k como la cordobesa Natalia De La Sota y los bonaerenses Alejandro “Topo” Rodríguez y Diego Bossio, quien fuera jefe de campaña del gobernador cordobés Juan Schiaretti. También el ex ministro Roberto Lavagna y la diputada Graciela Camaño declararon que votarían a Massa.
Si se concreta el desembarco del tigrense en la Casa Rosada, es probable que el kirchnerismo empiece a paladear el sabor amargo de su fin ciclo al frente del peronismo. Sería como un cambio de era, que empezó a gestarse el día que el ministro de Economía fue elegido como candidato a presidente con el respaldo de todos los sectores de la coalición.
Otro mensaje claro de Massa fue anunciar que el próximo ministro de Economía será de otra fuerza política, al igual que la Oficina Anticorrupción, lo que reafirma la idea de que buscará un gobierno con dirigentes que estén fuera de los límites de UP y que tengan voluntad de sumarse a una nueva alianza política. La unidad nacional que pregona, está sostenida en la incorporación de diferentes sectores que amplíen la base de sustentación política para afrontar meses que no serán fáciles en el comienzo de la nueva gestión.
En cuanto a Cristina, lo que más le preocupa y no la deja dormir, es que se despierten sus causas judiciales frente a un inminente cambio de gobierno. No tanto por una hipotética presidencia de Massa, si no por la incertidumbre en torno a una eventual gestión de Milei.
En el círculo rojo trascendió estas últimas semanas que la Justicia es uno de los rubros que también empezó a inquietar a Macri frente al cambio de administración cuando Juntos por el Cambio quedó afuera del ballotage. Y que, sumado a su profunda aversión a Massa, de quien espera una fuerte ofensiva, fue una de las razones que lo convenció de jugar a fondo por la candidatura de Milei.
En el macrismo hay una creciente expectativa por el balotaje y por la posibilidad de amalgamar al sector del PRO con los libertarios en el Parlamento para una suerte de coalición que sostenga un eventual gobierno de Milei.
Lo que viene en la política Argentina, más allá del resultado que arroje la elección, es la batalla por los liderazgos. Será a todo o nada, con una Cristina mucho más agazapada y un Macri que le reza a Milei.
*Jorge Joury es licenciado en Ciencias de la Información y analista político. El 22 de noviembre de 2017, el Concejo Deliberante de La Plata lo declaró "personalidad destacada en el periodismo".